El domingo pasado durante la celebración de Cristo Rey y en uno de los días más felices de mi vida y luego de más de 20 años de relación con los Legionarios de Cristo, decidí aceptar la invitación de Jesús a ser su amigo y su apóstol y me asocié a la Federación Regnum Christi.
Ese domingo renové lo que hace unos 15 años encontré que era mi propósito personal que es la búsqueda de mi santidad y esta la quiero llevar a cabo a través del apostolado, para que Dios reine en mi corazón.
Este camino no es para hombres perfectos, que no existen, sino para
pecadores como Yo, que quieren cambiar, convertirse, asimilar y vivir de manera
diferente y por eso me comprometí a crecer en la amistad con Cristo, que se
logra estando en gracia de Dios por medio de la oración y los sacramentos; a
vivir las virtudes evangélicas de la pobreza, la obediencia filial y la pureza
en pensamientos y acciones, compromiso que encuentro complejo, pero le pondré
todas las ganas.
Me comprometí a cumplir los deberes propios de mi estado de vida, con amor
y honestidad y como un servicio a Dios y a los demás; a formarme como ser
integral y forjar mi liderazgo cristiano; a emprender y participar en
iniciativas apostólicas; a profesar un amor fiel y operante a la Santa Iglesia,
al Papa y a los demás obispos y a ofrecer mi oración, talentos, tiempo y
haberes para colaborar en la misión del Regnum Christi al servicio de la
Iglesia.
Como se puede inferir, es un compromiso serio y no fácil de cumplir para
una persona común y corriente como es mi caso. Sin embargo, lo asumo con todas
las ganas, tomando mi cruz y siguiendo a Cristo.
En el rito recibí además de la cruz, la biblia que es la palabra de Dios y
de la que con regularidad comparto el evangelio del día en Facebook y esto no
lo hago, así como no publico este texto, para que la gente vea como trato de
acercarme a mi santidad o lo bueno que soy, lo hago únicamente para intentar
contagiar a otros, haciéndoles ver que si alguien tan imperfecto como yo, puede
tomar este camino, cualquiera puede hacerlo.
La palabra de Dios nutre nuestras vidas, nos guía con su luz hacia la vida eterna y por eso trato de llevarla generosamente a todos quienes la quieran leer, a través de las redes sociales.
Esta asociación que llevé a cabo el domingo pretende hacer presente el
Reino de Cristo en los corazones y en la sociedad y yo quiero aportar mi grano
de arena al respecto, colaborando para que las palabras de Jesucristo no se
pierdan y que su mensaje de salvación llegue a los hombres, viviendo de tal
forma que ojalá con quienes interactúe reconozcan a Dios y lo glorifiquen y que
deseen participar de la fe de la Iglesia con su testimonio.
Un agradecimiento eterno a mi esposa y a mis hijos, pues es en la familia
donde paradójicamente resaltan más mis imperfecciones y le pido a Dios que me
llene del Espíritu Santo para ser un mejor esposo y padre y así glorificar a
Dios a través del amor.