domingo, 13 de octubre de 2013

El matoneo, La Paz y el perdon

En esta tercera entrega, comparto una historia de casa. Decidimos cambiar a nuestros hijos de Colegio, de manera que apenas llevan algo cercano a dos meses en el nuevo. Al mayor, con 11 años, lo han recibido entre otras cosas, con el matoneo que acosa tanto a nuestra sociedad. En los primeros días, lo golpearon compañeros de curso en el piso y en la segunda ocasión, un muchacho tres años mayor, le lesiono una mano en la ruta escolar. 

Mi esposa y yo, acudimos al Colegio a primera hora del siguiente día, con el animo de "exigir justicia", pero gracias a Dios, la persona de convivencia no nos atendió inmediatamente, sino que nos invito para la tarde, lo que hizo que llegáramos menos emotivos y con cabeza mas fría. Ella nos explico que después de recoger información de lo sucedido, habría una actitud sancionadora hacia el agresor, mas una pedagógica. La explicación fue de corte "generativo" de manera que decidí que esperaría, sin exigir castigo para el otro niño.  Al siguiente día, recibimos una carta del joven, excusándose por lo sucedido, lo que me motivo a contestarle, en términos que son los que quiero compartir con ustedes hoy.

Le escribí que la violencia es un recurso de débiles y no de fuertes, parafraseando a Nelsa Cubero quien estuvo en Colombia por estos días. Le dije que los débiles destruyen, para posteriormente no construir nada, es decir, solo arrasan. Le escribí, que la violencia esta es contraria de la autonomía, y que los violentos son personas llenas de miedo. Le dije que a los violentos, les cuesta mucho trabajo el establecer relaciones con los demás, por cuenta de no saber escuchar, por cuenta de no ser inclusivos con las diferencias y ver estas mas bien como un aporte.  Pero también le escribí, que yo no lo estaba señalando como culpable de nada. Le dije que la culpable es nuestra sociedad que ha permitido y aceptado como validas las manifestaciones basadas en la violencia. Finalmente lo perdone de corazón, siempre y cuando el tuviese un propósito de cambio, dejando la violencia y lo invite a nuestra casa, para abrirle la puerta a una nueva relación.

Por eso, esta reflexión, es una reflexión social, una invitación al cambio colectivo, pero basado en el cambio protagonizado por cada uno de nosotros, en lo individual, en lo intimo, en lo cercano. 

Necesitamos educar a nuestros hijos, en capacidades sociales para que se relacionen mejor. Debemos ayudarles a lograr su autonomía, y el entender una interdependencia, que no una dependencia en los demás. Debemos educarlos bajo el aprecio por las diferencias, es decir, debemos educarlos para la inclusión. En esta temática de la inclusión, descubrí un bello ejemplo en Daniel Herrera, un joven con discapacidad por parálisis cerebral, que rompiendo todas las limitaciones que le ha puesto la sociedad, ha salido adelante, logrando un entorno en el que ha sido incluido como uno mas y en el que los demás han vivido en carne propia una sociedad tolerante, respetuosa, de amor y que aprecia la diversidad.  

Necesitamos entender, que lo social es hoy mas importante que lo técnico. Para ser líder hay que desarrollar capacidades sociales mas que técnicas. Sin embargo, seguimos "castigando" el tema social, cuando por ejemplo nos frustra que un hijo opte por una carrera de corte social y nos parece un fracaso familiar y viene la pregunta "Y de que va a vivir?".

Debemos educar, para que nuestros hijos exalten lo que los demás hacen bien, en lugar de considerarlo peligroso, por que no fue hecho por el, sino por otro. Hay que resaltar lo que los demás hacen bien, de cara al aprendizaje colectivo. Esto estimula la creatividad y la innovación, que tanto necesita Colombia. Hay que enseñar a escuchar, a aprender a innovar y a proponer cosas distintas.

Hay que convertirnos en referentes para nuestros hijos, por eso no podemos olvidar que nuestro ejemplo los marcara de por vida. Hay que enseñarles a que sean referentes de ellos mismos, como el hijo de Javier Valenzuela o como Torres, compañero de mi hijo que son referentes para todo su colegio.  Y para lograr que sean estos referentes positivos, debemos promover las redes sociales, pero para destacar lo bueno y no para el uso que se les da hoy. Los invito a que le demos vuelta al modelo de redes sociales, y empecemos a promover y destacar a los jóvenes con propuestas, formados en valores y que respeten las diferencias.

Finalmente, espero que toda esta reflexión e invitación a actuar en lo personal y con nuestros hijos, la conectemos con La Paz que tanto anhelamos los Colombianos. Yo tengo una esperanza grande en que alcancemos la Paz. La Paz es lo que cada uno de nosotros construya después de la firma, no es la firma. Un abrazo fraterno y hasta la próxima semana.  

domingo, 6 de octubre de 2013

Hazme un instrumento de tu paz

En esta segunda entrega, pensé no escribir sobre temas religiosos, pero al acudir a una hermosa misa el viernes, en la iglesia de Santa María de los Ángeles en Bogotá, y por coincidencia, pues no acudo a misa todos los días, preciso fui en la fiesta de San Francisco de Asís, y primer viernes de mes. El padre en su homilía, nos contó la historia de San Francisco, quien siendo fraile en 1216, en una visión y al preguntar a Dios como podría servirle, este le contesto: "repara mi iglesia".  Esta capilla es la de Nuestra Señora de los Ángeles (vaya coincidencia con la que yo visite), llamada Porciuncula, que significa "pequeña porción".

Inicio mis reflexiones. El Santo Padre, Francisco, creo que ha asumido el papel, similar al de San Francisco de Asís, de reconstruir la iglesia de Dios. Y estoy convencido, que si en Colombia queremos lograr la paz, cada uno de nosotros, tiene que asumir el rol de Francisco y reconstruir su iglesia, es decir, reconstruirse a sí mismo. Esa es nuestra tarea. En lo individual e iniciando por casa, debemos reconstruirnos y ser el mejor ejemplo para nuestros hijos.  Y no olvidemos que San Francisco reconstruyo la iglesia llamada "Porciuncula", pequeña porción. Y es que los grandes cambios de la humanidad, sólo se logran por los cambios de las pequeñas porciones.  Ahora introduzco una reflexión ética, y creo que debemos pasar de pertenecer a una sociedad, con una ética representativa, en la que siempre nos justificamos esperando que otro sea el que asuma la responsabilidad, el alcalde, el presidente, el jefe, el profesor, el consejo de administración, a una ética participativa, en la que seamos nosotros quienes conscientemente entendamos que nuestra vida es únicamente nuestra responsabilidad y pasemos de un modelo de víctimas, a uno de protagonistas y asumamos incondicionalmente la responsabilidad de "reconstruir la iglesia".

Al igual que nuestro Santo Padre Francisco, quién se reconoce como un simple pecador más, reconstruyamos la iglesia, pero desde la humildad de un simple pecador. Finalmente, un regalo hermoso y digno de reflexión en cada palabra, desde Sabaneta, este video de Hazme un instrumento de tu paz, http://youtu.be/qrzPvh4q0ig

domingo, 29 de septiembre de 2013

Dichoso el que pone toda su confianza en el señor

El evangelio de hoy es muy importante en nuestra vida. En el se nos recuerda, que es aquí y ahora que nos jugamos nuestra suerte y futuro. Nosotros somos los ricos de los que habla San Lucas. Somos ricos, en el contexto de todas las bendiciones  y dones que nos ha dado Dios. Nuestras capacidades, nuestros bienes y todo lo que tenemos, nos hace ricos. El rico no se condena por el hecho de ser rico. Se condena por que se niega a compartir con quienes necesitan. Nuestra obligación consiste en lograr una verdadera fraternidad, dejando en un último plano el afán de posesión.

La tan anhelada paz que busca nuestra Colombia, sólo se logrará si cada uno de nosotros pone su granito de arena. Empecemos por casa. Eduquemos a nuestros hijos con espíritu solidario y reconociendo que todos somos hermanos.

Si nuestra vida está centrada en la confianza y en el poder que traen las cosas materiales, se olvida con facilidad el dolor y sufrimiento de los demás. A diferencia, cuando se pone toda nuestra confianza en el Señor, la justicia y la solidaridad se convierten en nuestras principales preocupaciones. Tenemos entonces la enorme oportunidad de comprometernos todos los días, imitando a Jesus, con aquellos que tienen menos.

A mi, Dios me ha bendecido con mi nuevo trabajo, pues en el Banco Caja Social, se vivencia esta oportunidad de servir a aquellos menos favorecidos todos los días.

Jesús, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que con su pobreza, nosotros nos hiciéramos ricos. Ahora nos corresponde a nosotros, hacernos pobres por los demás, para que así ellos se hagan ricos y entre todos alcancemos La Paz y la vida eterna.

Cierro esta primera reflexión, pidiendo a Dios la gracia de estar siempre disponible y al servicio de los pobres y los que sufren. @