miércoles, 2 de marzo de 2022

Oportunidad Colombia

 

Vivimos en una época paradójica en el mundo. Tal como se refirió Obama en una de sus últimas alocuciones como presidente de los Estados Unidos, la desigualdad creada por la globalización es el principal desafío para la democracia en el mundo. Obama advirtió que las enormes brechas causadas por la globalización hacen que mucha gente “sienta que pierden el control, y quiera volver atrás”.

Estamos viviendo la paradoja en la cual la misma tecnología que ha mejorado sin lugar a duda, las condiciones y calidad de vida a escala global, ha aumentado la brecha y generado desigualdades.

Paradójicamente también, nuestros jóvenes, que representan la primera generación verdaderamente global y la mejor educada de la historia, salen a protestar pues no encuentran oportunidades para realizarse y vivir plenamente.

Seguimos padeciendo problemáticas como la corrupción, desempleo, calentamiento global, pobreza, falta de acceso a servicios básicos, inseguridad y otros, pero seguimos comportándonos bajo el modelo ético con el que nos educaron que es el de la ética representativa, en el que nos pasamos victimizándonos en quienes nos representan en cada dimensión de nuestras vidas, como es el caso de los políticos y gobernantes. Por eso, este texto es una llamada a la acción. Un llamado a cambiar a una ética participativa, en la que asumamos incondicionalmente la responsabilidad de entender, que el único capaz de cambiar mi destino, soy yo mismo.

Parece que nos tocó vivir algo que pasa pocas veces en la historia. El ocaso de una civilización dominante. Parece que el modelo capitalista que tanto beneficio trajo a la humanidad está en sus últimos momentos pues el capitalismo tardío se convirtió en uno voraz, que genera plutocracia y desigualdad

También nos está tocando vivir el cambio del factor de producción imperante. En el siglo veinte pasamos de la preponderancia de la tierra como factor principal de producción con los terratenientes como amos y señores, al cambio de factor hacia el capital, con la hegemonía del capitalismo y a partir de los años sesenta con la llegada de la llamada tercera revolución industrial, en la que el trabajo (conocimiento / talento) pasó a dominar. Hoy en medio de la 4RI presenciamos el surgimiento de un nuevo factor predominante, la información, por lo que resulta imperativo adaptarnos a estas nuevas realidades.

La solución a esta problemática no puede ser el continuismo en el modelo, pero tampoco el saltar hacia los populismos de extremos, pues se ha probado que tales solo distorsionan la realidad y termina siendo peor el remedio que la enfermedad.

La solución pasa por la generación de oportunidades para todos, a través de la participación.

 

“Cuando empieza a solar el viento, algunos corren a   esconderse, mientras otros construyen molinos de viento”

 Así entonces, tenemos que desarrollar una transformación estructural y sistémica para adaptarnos a la nueva realidad y la sociedad civil debe asumir incondicionalmente su responsabilidad de generar una Colombia mas justa, con oportunidades para todos y en paz.

El nuevo escenario parte de una mutación social profunda que inició con las nuevas generaciones, lo que hace necesario consolidar el estado de bienestar, teniendo en cuenta también que coexiste un envejecimiento poblacional. Nuestro sistema ha tenido un solo centro de gravedad y nos corresponde desarrollar uno con múltiples en un esfuerzo descentralizador. También debemos asumir el paradigma de ecosistema como modelo de la nueva realidad del país y esto significa que no solo los grandes grupos económicos pueden ser el eje de desarrollo de nuestro país.  Tendremos que formular una nueva definición de éxito para el gobierno, pues la actual es de corto plazo y se basa solamente en el crecimiento del PIB sin tener en cuenta la brecha de inequidad que se sigue ampliando. Debemos entonces repensar y refundar todos los pilares de nuestro sistema-país y resolver de una vez por todas los flagelos de la inequidad, la inseguridad y la corrupción.

Esta no será una tarea fácil, ni de un caudillo o mesías. Es necesario un consenso y una corresponsabilidad sólida entre el máximo de fuerzas políticas y la sociedad civil y se requiere respetar unas consideraciones básicas que incluyen nuestra singularidad como sociedad, tener una ambición de nuevo país realista y fiable, mirar hacia adelante y no más espejos retrovisores, mirar hacia afuera en un contexto sin fronteras y construir nuestro futuro entre todos.

Nuestro nuevo buen camino, como lo llamaba Descartes, debe partir ubicando al ciudadano como centro de gravedad del país y debe lograr la instauración para cada agente de un patrón de triple excelencia (medible, adaptable y conectada) de manera que se logre vertebrar el modelo productivo colombiano sobre la agregación de valor y conocimiento a las personas, la generación de bienes y servicios, el capital financiero y una nueva marca país, logrando también garantizar la coherencia integral del mencionado sistema-país.

Para aterrizar en la práctica, se proponen una serie de actuaciones que parten de la creación de una nueva sociedad y mercado del talento que incorpora la transformación de nuestro sistema educativo, la del trabajo y la alineación de la oferta con la demanda. En segunda instancia, se propone que el modelo productivo colombiano, nos lleve a insertarnos en un escenario de nueva competitividad global y en seguida se logre la creación de un nuevo estado de bienestar responsable en el que se rompan las brechas y asimetrías de información entre quien define y presta los servicios del estado de bienestar y quien los usa y financia. Resulta relevante en tercer lugar lograr una nueva estructura de capital financiero inteligente en la que se reforme el sistema financiero actual que genera desigualdad y se transforme el marco regulatorio, para que avancemos a un mercado de capitales para la economía del siglo XXI. Debemos trabajar para lograr una nueva administración eficiente, en la que exista un balance entre la accesibilidad a la administración con la efectividad (calidad) y la eficiencia (costo y tiempo). Para esto debemos revisar la función pública y avanzar hacia un nuevo modelo de administraciones transparentes y medibles soportadas en la tecnología (blockchain principalmente). En el plano internacional, nos corresponde re - posicionar al país con una nueva marca – país más influyente.

De otra parte, en el plano estratégico nos tenemos que mover hacia el desarrollo de una nueva estrategia país que desarrolle una política de estado y se institucionalice la estrategia junto con su modelo de seguimiento.

Nada de lo dicho será posible, si no abrimos camino a unos nuevos protagonistas sociales de la transformación a través de la creación de nuevos espacios de opinión colectiva y nuevos instrumentos abiertos de acción, igualmente colectiva.