domingo, 29 de septiembre de 2013

Dichoso el que pone toda su confianza en el señor

El evangelio de hoy es muy importante en nuestra vida. En el se nos recuerda, que es aquí y ahora que nos jugamos nuestra suerte y futuro. Nosotros somos los ricos de los que habla San Lucas. Somos ricos, en el contexto de todas las bendiciones  y dones que nos ha dado Dios. Nuestras capacidades, nuestros bienes y todo lo que tenemos, nos hace ricos. El rico no se condena por el hecho de ser rico. Se condena por que se niega a compartir con quienes necesitan. Nuestra obligación consiste en lograr una verdadera fraternidad, dejando en un último plano el afán de posesión.

La tan anhelada paz que busca nuestra Colombia, sólo se logrará si cada uno de nosotros pone su granito de arena. Empecemos por casa. Eduquemos a nuestros hijos con espíritu solidario y reconociendo que todos somos hermanos.

Si nuestra vida está centrada en la confianza y en el poder que traen las cosas materiales, se olvida con facilidad el dolor y sufrimiento de los demás. A diferencia, cuando se pone toda nuestra confianza en el Señor, la justicia y la solidaridad se convierten en nuestras principales preocupaciones. Tenemos entonces la enorme oportunidad de comprometernos todos los días, imitando a Jesus, con aquellos que tienen menos.

A mi, Dios me ha bendecido con mi nuevo trabajo, pues en el Banco Caja Social, se vivencia esta oportunidad de servir a aquellos menos favorecidos todos los días.

Jesús, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que con su pobreza, nosotros nos hiciéramos ricos. Ahora nos corresponde a nosotros, hacernos pobres por los demás, para que así ellos se hagan ricos y entre todos alcancemos La Paz y la vida eterna.

Cierro esta primera reflexión, pidiendo a Dios la gracia de estar siempre disponible y al servicio de los pobres y los que sufren. @