sábado, 30 de marzo de 2024

He aquí tu sierva, he aquí tu esclava

 

Hoy, como nunca recuerdo, medité sobre cómo debió ser el sábado después de la muerte de nuestro Señor, para su madre la Virgen María. Un día de soledad y de dolor después de ver a su hijo crucificado. Sin reclamar ni decir nada y a pesar de saber que era la madre de Dios y que se cumplía lo que El mismo anunció, seguramente sufrió con el dolor que a una madre produce el ver sufrir a su hijo, y de que manera. Una madre que cargó en brazos a su hijo se convierte para nosotros en signo de esperanza pues el domingo será ella la primera que verá a Jesucristo resucitado.

Por eso hoy es un día para comprender que debemos acompañar a María, pues tuvo que sufrir la muerte de su hijo nuestro Señor, quien dio la vida por su amor a nosotros y por nuestra redención.

María es símbolo de fe, de esperanza y de amor y que mejor que estar en su compañía. Pero hoy somos nosotros los que la debemos acompañar en este día difícil. 

Así que hoy ofrezcamos todos nuestros sufrimientos, angustias y problemas a María y aguardemos con esperanza el domingo de la resurrección.

Hoy lloré en la meditación de la soledad de María. Lloré pensando en esa madre que se debía acordar de su hijo de cuna y de brazos, del que debió ser niño y reír jugando como otros. De aquel que siendo muy joven ya enseñaba en el templo, del que hizo tantos milagros y acogió a pobres, pecadores, enfermos, en fin, a los más desvalidos.

Hoy lloré recordando cuando el ángel del Señor anunció a María y ella con su inocencia le contestó, He aquí tu sierva, he aquí tu esclava.

martes, 26 de marzo de 2024

Estrategia es lo que se hace, no lo que se piensa

 

El 27 de marzo habrá un seminario en Harvard Business School dirigido por el gran Roger Martin con el objeto de celebrar la vida de trabajo de otro gran contribuidor en el tema de estrategia, Michael Porter.

Mi contribución a esta celebración la dejo en estas líneas en las que pretendo generar algo de reflexión en la materia de estrategia, que considero un must en esta coyuntura global.

Desde hace muchos años he sido crítico de la planeación estratégica. Esos ejercicios que se hacían en hoteles de ciudades cercanas a las de las compañías (Paipa en el caso de las empresas de Bogotá) exclusivamente con el equipo ejecutivo, pues se pensaba que el tema se hacía top-down de manera que el plan estratégico diseñado por los directivos se “cascadeaba” posteriormente al resto de los colaboradores. Sesiones en las que se hacían tormentas de ideas para definir colectivamente la visión y la misión. ¿Alguno de ustedes conoce en la realidad una visión que se haya desarrollado colectivamente y en un horario preestablecido? De esas reuniones de planeación estratégica salía un plan con muchas tareas por desarrollar, que la gente llama tácticas, pero el plan quedaba guardado a la espera de alguien que lo ejecutara, después de bajarlo a los demás niveles de la organización y de pedir a cada nivel que hiciera su propio ejercicio alineándolo con el del nivel superior. En la realidad, nadie volvía a hablar o mirar el plan, y menos a ejecutarlo pues a nadie le gusta que le impongan lo que tiene que hacer, sino hasta el siguiente año entre agosto y octubre cuando se hacía el presupuesto y se acordaban del plan estratégico e iniciaban uno nuevo desde cero.

Se que, con mi estilo provocador estoy dramatizando un poco, pero todo esto para coincidir con Roger Martin quien afirma que la principal amenaza para la estrategia ha sido y continúa siendo, la planeación. La planeación es un proceso para determinar una serie de iniciativas para desarrollar con los recursos de la compañía, mientras que estrategia es una serie integrada de decisiones que compulsan acciones deseadas en el mercado.

Por eso he sostenido que estrategia es lo que se hace y no lo que se piensa.

En el siglo pasado, e increíblemente aun en algunos casos en nuestros días, la planeación se comía al desayuno a la estrategia (para remembrar la frase de la cultura atribuida a Drucker) y buena parte del esfuerzo de planeación se dedicaba a diagnósticos y análisis. Por eso nuestras empresas están llenas de diagnósticos, que en una época de tanto cambio convergente como la actual, no hacen ningún sentido pues desarrollar planes para optimizar las dimensiones del negocio como las que buscan eficiencia, productividad, disminución de costos, automatización de procesos o mejora en la experiencia del cliente, tal como se hizo en la llamada transformación digital, fracasaron estruendosamente pues el entorno económico actual dista mucho de la economía industrial. Llegamos a la nueva economía.

Así entonces, en esta época de cambio de era en la que nos encontramos, en la que surge una nueva economía de abundancia, en la que el nuevo factor de producción es la información y en la que la responsabilidad de los empresarios trasciende al generar beneficios para los accionistas, tenemos que revivir la estrategia, pues la clave para las empresas que quieran cruzar el abismo del neo darwinismo y competir con las organizaciones exponenciales consiste en desarrollar una capacidad de adaptación cuya velocidad sea superior a la del cambio tecnológico y a la del cambio del comportamiento del consumidor. El camino para este desarrollo en mi opinión consiste en retar el modelo de negocios desde la estrategia. Así la estrategia es la nueva clave.

Martin describe la batalla entre la planeación y la estrategia, ejemplificada en la lucha entre McKinsey con sus frameworks de planeación y del otro lado BCG y Bain defendiendo la estrategia. Esa ha sido la guerra hasta la pandemia. En la nueva economía post pandemia, la batalla será entre las Neo – Consultoras como Flipit, que son el equivalente a las startups de Silicon Valley y en las que hemos combinado las mejores prácticas de las consultoras corporativas con los métodos de escalamiento exponencial, para lograr hacer como en nuestro caso, un proceso de Iluminación Estratégica® en tan solo tres días.

Tenemos que hacer consciencia de que el siglo XX ya pasó, la economía industrial terminó. En ese siglo el libro tal vez más vendido de management fue precisamente el de unos ex McKinseys que seguramente todos leímos, “En búsqueda de la excelencia”. En el siglo XXI, ser excelente ya no es suficiente.