El 27 de marzo habrá un seminario en Harvard Business School dirigido por
el gran Roger Martin con el objeto de celebrar la vida de trabajo de otro gran
contribuidor en el tema de estrategia, Michael Porter.
Mi contribución a esta celebración la dejo en estas líneas en las que
pretendo generar algo de reflexión en la materia de estrategia, que considero
un must en esta coyuntura global.

Desde hace muchos años he sido crítico de la planeación estratégica. Esos
ejercicios que se hacían en hoteles de ciudades cercanas a las de las compañías
(Paipa en el caso de las empresas de Bogotá) exclusivamente con el equipo
ejecutivo, pues se pensaba que el tema se hacía top-down de manera que el
plan estratégico diseñado por los directivos se “cascadeaba” posteriormente al
resto de los colaboradores. Sesiones en las que se hacían tormentas de ideas
para definir colectivamente la visión y la misión. ¿Alguno de ustedes conoce en
la realidad una visión que se haya desarrollado colectivamente y en un horario preestablecido?
De esas reuniones de planeación estratégica salía un plan con muchas tareas por
desarrollar, que la gente llama tácticas, pero el plan quedaba guardado a la
espera de alguien que lo ejecutara, después de bajarlo a los demás niveles de
la organización y de pedir a cada nivel que hiciera su propio ejercicio alineándolo
con el del nivel superior. En la realidad, nadie volvía a hablar o mirar el
plan, y menos a ejecutarlo pues a nadie le gusta que le impongan lo que tiene
que hacer, sino hasta el siguiente año entre agosto y octubre cuando se hacía
el presupuesto y se acordaban del plan estratégico e iniciaban uno nuevo desde
cero.
Se que, con mi estilo provocador estoy dramatizando un poco, pero todo esto
para coincidir con Roger Martin quien afirma que la principal amenaza para la
estrategia ha sido y continúa siendo, la planeación. La planeación es un
proceso para determinar una serie de iniciativas para desarrollar con los
recursos de la compañía, mientras que estrategia es una serie integrada de
decisiones que compulsan acciones deseadas en el mercado.
Por eso he sostenido que estrategia es lo que se hace y no lo que se piensa.
En el siglo pasado, e increíblemente aun en algunos casos en nuestros días,
la planeación se comía al desayuno a la estrategia (para remembrar la frase de
la cultura atribuida a Drucker) y buena parte del esfuerzo de planeación se
dedicaba a diagnósticos y análisis. Por eso nuestras empresas están llenas de
diagnósticos, que en una época de tanto cambio convergente como la actual, no
hacen ningún sentido pues desarrollar planes para optimizar las dimensiones del
negocio como las que buscan eficiencia, productividad, disminución de costos, automatización
de procesos o mejora en la experiencia del cliente, tal como se hizo en la
llamada transformación digital, fracasaron estruendosamente pues el
entorno económico actual dista mucho de la economía industrial. Llegamos a la
nueva economía.

Así entonces, en esta época de cambio de era en la que nos encontramos, en
la que surge una nueva economía de abundancia, en la que el nuevo factor de
producción es la información y en la que la responsabilidad de los empresarios
trasciende al generar beneficios para los accionistas, tenemos que revivir la
estrategia, pues la clave para las empresas que quieran cruzar el abismo del
neo darwinismo y competir con las organizaciones exponenciales consiste en
desarrollar una capacidad de adaptación cuya velocidad sea superior a la del
cambio tecnológico y a la del cambio del comportamiento del consumidor. El
camino para este desarrollo en mi opinión consiste en retar el modelo de
negocios desde la estrategia. Así la estrategia es la nueva clave.
Martin describe la batalla entre la planeación y la estrategia, ejemplificada
en la lucha entre McKinsey con sus frameworks de planeación y del otro
lado BCG y Bain defendiendo la estrategia. Esa ha sido la guerra hasta la
pandemia. En la nueva economía post pandemia, la batalla será entre las Neo –
Consultoras como Flipit, que son el equivalente a las startups de
Silicon Valley y en las que hemos combinado las mejores prácticas de las
consultoras corporativas con los métodos de escalamiento exponencial, para
lograr hacer como en nuestro caso, un proceso de Iluminación Estratégica® en
tan solo tres días.
Tenemos que hacer consciencia de que el siglo XX ya pasó, la economía
industrial terminó. En ese siglo el libro tal vez más vendido de management
fue precisamente el de unos ex McKinseys que seguramente todos leímos, “En
búsqueda de la excelencia”. En el siglo XXI, ser excelente ya no es suficiente.